La matanza en Tucson y los avances en el caso donde la fiscal pide pena de muerte ha dado pie a nuevos análisis sobre la violencia que acecha a las sociedades. Desde Letra Urbana, aportamos diferentes abordamientos de la temática que intentan dilucidar causas y soluciones.
En la nota publicada por The New York Times "A Flood Tide of Murder", Bob Herbert advierte sobre la retórica del odio en el discurso político como uno de los posibles causantes de la violencia cotidiana además de la indiferencia por parte del público. Tanto es así que asombra su frase "Homicide is white noise in this society" (el homicidio es ruido blanco* en esta sociedad) .
Para Herbert, si la sociedad norteamericana realmente quisiera parar con todas las matanzas, debería hacer dos cosas: restringir radicalmente la disponibilidad de armas y, al mismo tiempo, empezar el arduo trabajo de cambiar una cultura que glorifica y adopta a la violencia como entretenimiento, viendo a la misma como una respuesta adecuada y efectiva a las cosas que molestan.
La mayor preocupación, indica el autor, radica en que ningún caso de asesinatos provoca cambios reales para remediarlos. "Sea cual fuere la razón, ni al público ni a los políticos parece interesarles cuántos norteamericanos son asesinados -a menos que sea en un ataque terrorista perpetrado por extranjeros." Al parecer, las dos respuestas frecuentes a la violencia en los Estados Unidos son ignorarla o entretenerse con ella.
Lea la nota completa de Liliana Lindenbaum, El Señor de las Moscas, en Letra Urbana
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*ruido blanco: ruido con la misma energía (amplitud de onda) en todos los tonos que lo componen. Los ruidos blancos utilizados en la experimentación psicológica suenan como las conocidas "chicharra" del estío. Usado como metáfora, alude a un estímulo de bajo nivel, al cual su receptor se ha acostumbrado al punto de no notarlo.
Nuestra sociedad "entrena" a los niños en el uso de la violencia. Los juegos virtuales donde la finalidad es perseguir, destruir, aniquilar. Las miles de escenas de violencia a la que son expuestos en la TV desde corta edad, producen una suerte de anestesia ante la crueldad, y llegamos al punto donde, como bien dice la nota, leemos de un episodio aberrante y decimos ¨que barbaridad, pero no nos movilizamos para cambiar. La violencia no es un entretenimiento ni es algo para ignorar, es una tragedia y necesitamos sacudir la indiferencia y recordar que no es un ente ¨alla lejos¨sino algo a lo que estamos expuestos. Debemos trabajar desde la casa y la educacion, para incentivar la empatía y despertar de este sopor.
ReplyDeleteMuy cierto, Patricia. Hoy día vemos imágenes en los noticieros que décadas atrás hubieran provocado indignación, desesperación, empatía, pánico, incluso náuseas... pero nunca indiferencia.
ReplyDeleteExcelente. Soy una gran fanática del libro y me encantó como lo relacionaron con los acontecimientos de Tucson.
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