Zygmunt Bauman habla de Tiempos Líquidos para caracterizar la época que nos toca vivir.
La agudeza de su pensamiento hace énfasis en cómo los vínculos se han vuelto transitorios y los miedos consistentes.
La agudeza de su pensamiento hace énfasis en cómo los vínculos se han vuelto transitorios y los miedos consistentes.
En el comienzo del nuevo siglo, este pensador aporta un concepto clave para poder comprender la realidad actual al definir a nuestra época como líquida. Lo fluido es una sustancia que modifica su forma, que no permanece a lo largo del tiempo. Ese es el rasgo de nuestra modernidad que, en contraste con la del pasado, confronta al ser humano con nuevos desafíos que debe resolver a diario.
Hubo un tiempo en el que la ocupación y el lugar del trabajo eran referentes con el que se daba sentido a la vida, pero los cambios en la economía han socavado esa estabilidad. Hoy los conceptos de trabajo y de comunidad son flexibles, en estado de incesante movilidad. El hombre líquido, sin permanencia ni seguridad, vive el momento y no planea a largo plazo.
Las reflexiones de Bauman también afirman que aún cuando pareciera que la libertad hoy pudiera ejercerse fácilmente, cuando se conmueven los puntos de referencia permanentes, sobreviene un sentimiento de inestabilidad y falta de certeza.
La perspectiva que este intelectual reconoce no puede ser optimista, porque no alcanza a vislumbrar el modo de reparar lo que descubre irreconciliable. No hay instituciones que contribuyan a ello, no se percibe una posibilidad de salida colectiva. Sin embargo, Zygman Bauman sabe muy bien que la humanidad logra encontrar inéditos ajustes y centra su esperanza en que lo logremos una vez más.
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