Wednesday, April 25, 2012

ECOS DE Y PARA QUÉ EL ARTE?



Dra. Cristina Bulacio
El Nuevo Herald
 
Publicado el miércoles 11 de abril del 2012
OLGA CONNOR

LETRA URBANA: ¿PARA QUÉ EL ARTE?
El cuarto martes de cada mes se presenta, en Books & Books de Coral Gables, la revista en la red Letra urbana dirigida por Mónica Prandi, presentando temas contemporáneos. Esta vez la apoyó el Centro Cultural Argentino, cuyo director Guillermo Lousteau se encontraba en primera fila. La profesora y autora de libros de antropología y filosofía doctora Cristina Bulacio, catedrática de la Universidad Nacional de Tucumán en la Argentina, dio en el último encuentro una extraordinaria respuesta muy bien documentada sobre la pregunta “¿Para qué el arte?”

Bulacio relató una historia de la contraposición del pensamiento racional, que busca la verdad, y el del arte, que busca el sentido, en el mundo occidental. Se extendió desde Platón en la antigüedad, hasta el poeta alemán Hölderlin, buscando en primer lugar la escisión entre el logos –la razón– y el mito –la imaginación.
Al final, mostró las palabras del coro en la Antígona, de Sófocles, donde se cuenta el coraje de una hija de Edipo que desobedece al tirano Creonte, enterrando a su hermano. Todo lo pavoroso sobre lo que triunfa el hombre, y que indica de lo que es capaz, se contrasta con el pavor de la muerte en esas palabras. Y es la contradicción que sólo el arte puede mostrar y que no es comprensible en el mundo racional donde se busca la lógica y no la paradoja.
Otro tanto ocurre en otro ejemplo que trajo del libro de Job en la Biblia, donde se expone en forma teatral la gran contradicción de un hombre que sufre hasta el abismo, a pesar de que es temeroso de Dios y extremadamente bueno. Bulacio comentó que “el hombre está uncido al carruaje de lo temporal pero renueva la esperanza de alcanzar la eternidad. Es racional y construye la ciencia con esa razón, pero es dueño de una sensibilidad e imaginación fantásticas que lo empujan a escapar a la pura racionalidad. Como los centauros, hechos de carne y deseo, nuestras patas se hunden en la tierra, se nutren de las fuerzas biológicas del universo, mientras el corazón –de estirpe divina– se eleva hacia las estrellas”.
Es por esto que el ser humano busca los sentidos de las cosas, no solamente las verdades lógicas que intuyó Platón. “Y esos sentidos, originariamente, provienen del arte y de la religión. Pensemos esto: sin arte y sin religión una sociedad languidece y muere”, concluyó Bulacio.•

Read more here: http://www.elnuevoherald.com/2012/04/11/1175603_p2/olga-connor-amelia-del-castillo.html#storylink=cpy


Sunday, April 22, 2012

BROWARD COLLEGE
VISUAL & PERFORMING ARTS DEPARTMENT
PRESENTS
The Broward
Symphony Orchestra

featuring
a world premiere by
Alessandra Salvati
and
Haydn’s Nelson Mass

 Saturday, April 28, 2012.
8 pm
Ralph R. Bailey Concert Hall
Broward College – Central Campus
Christopher Cicconi, Guest Conductor
Thomas Sleeper, Guest Conductor
Zoe Zeniodi, Music Director




Thomas Sleeper enjoys a highly prolific career as both composer and conductor.
Hailed by the Miami Herald as“a conductor of persuasive fluency and fiery conviction”,.
An active guest conductor in the U.S. and abroad, Sleeper has appeared
with over 30 orchestras on four continents. A strong advocate of new music, he
has conducted the premieres of works by numerous American composers, including
Henry Brant, Carlos Surinach, and Roberto Sierra. He has recorded on labels
including Albany, Centaur, and Naxos, with excellent reviews inFanfare, Gramophone
and The American Record Guide.
Sleeper is Director of Orchestral Activities at the Frost School of Music at
the University of Miami and Music Director of the Florida Youth Orchestra.

Zoe Zeniodi is Music Director of the Broward Symphony Orchestra and Associate
Conductor for the Frost Symphony Orchestra. She is also the Associate Guest
Conductor for the Alhambra Orchestra in Florida and has appeared as guest
conductor with the New Philharmonic (Florida), the National Youth Orchestra
of Spain (JONDE) and the Ensemble 21 (Florida). In addition to the standard
repertoire, Ms. Zeniodi has championed new works by living composers including
Thomas Sleeper and Frank Ticheli. In September 2010, her book “Frank Ticheli:
An American Dream” was published by VDM Verlag. . Albany Records has
recently released Zeniodi’s recording of Ticheli’s “An American Dream” as well
as Thomas Sleeper’s XENIA with internationally renowned tenor, John Duykers.
She holds a Doctorate of Music and an Artist Diploma in Orchestral Conducting
from the University of Miami.

Tuesday, April 10, 2012

Juan Manuel Echevarría: el arte de obligar a ver



Por Adriana Herrera
Especial/El Nuevo Herald
http://www.elnuevoherald.com/2012/04/01/1166370/juan-manuel-echavarria-el-arte.html

Hay un cielo de bellas pinceladas azules y un ancho río de tono celeste y una casita completamente pintada con esos colores del cielo y el agua que dividen los planos horizontales de la pintura de Zereida. El resto de la composición contiene representaciones del inmenso campo verde, carreteras de tierra, caseríos dispersos y figuritas punteadas de negro o rojo, con trazos que evocan la infancia. Pero el ingenuo encanto de la pintura se quiebra frente al título: La muerte de mi hijo y mi esposo, complementado con un número de archivo - B062-0440- que remite a la serie de talleres que el artista Juan Manuel Echavarría (Bogotá, 1947) adelantó con ex combatientes (a menudo víctimas y victimarios) de esa guerra en Colombia que los habitantes de la urbe, y sobre todo los de llamados estratos altos, no han visto.
Excepcionalmente, Zereida firmó esa pintura hecha con vinilos sobre madera que es su memoria personal, la mirada herida por la muerte en medio de lo que con conveniente eufemismo se llama “el conflicto”, pero es una guerra de inenarrable violencia. Como ésta ocurre lejos de los ciudadanos vanidosos de las ruidosas urbes que, como lo ejemplificara José Martí, dan por bueno el orden siempre y cuando tengan parte en el poder o les crezca la alcancía, se trata de La guerra que no hemos visto.
De ahí, el título de la exhibición que reúne en el Frost Art Museum 17 pinturas realizadas por ex guerrilleros, ex paramilitares, o soldados, y campesinos familiares de los asesinados, que forman parte de una práctica artística destinada a quitar el velo de la mirada ajena y las vendas en la boca de la indiferencia.
Hay una narrativa puntual y desgarradora en cada pintura. Los punteados negros y rojos en la pintura de Zereida diferencian muertos y uniformados –todos los uniformados- y en lápiz están escritos los nombres geográficos de los lugares -Alta Manga, el Cedro, Puerto Rosario- o simplemente el “puesto de salud” donde pintó cómo fue que vinieron los armados a rematar al herido. En la casita celeste hay otro cuerpo agujereado por las balas.
Para quienes no conocen la realidad de las zonas rurales en Colombia, la representación de un campo de fútbol, puede parecer sólo un deporte. Pero esas figuras circulares que aparecen en otras pinturas no son balones: son los decapitados con los que tantas veces han practicado balompié los paramilitares. Y las pinceladas rojas que se extienden desde los cuerpos hacia la pared en otras piezas no son gestos expresionistas: son representaciones ingenuas, pero literales, del modo en que se han pintado tantas paredes de los pueblos colombianos con la sangre de los masacrados.
La exhibición, realizada en conjunción con la Fundación Puntos de Encuentro que dirige Echevarría y curada por Ana Tiscornia, quien también fue comisaria de la enorme muestra originalmente presentada en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, funciona como “un intento de alterar el tejido cultural que ha ‘normalizado' la violencia en Colombia”. Y acierta. Las pinturas narran, a modo de documentación pictórica, no verbal, episodios  de esa violencia que cerca a los habitantes rurales con una insidia de la que no logran escapar.  Pintar lo intransmisible es hacer ver la guerra que no hemos visto y devolverle a ésta su carácter de inadmisible. Convertida en hecho no sólo cotidiano, sino lejano, para el otro país que se mueve en un número limitado de sectores de las capitales, la violencia ha dejado de ser un escándalo. No tiene a menudo nombres propios, es anónima como la mayoría de estas pinturas que por protección fueron hechas por manos que no se identifican, pero no por ello –nos lo recuerda cada una de estas obras- es inexistente.
De hecho, otra serie de Juan Manuel Echavarría, está conformada por 85 fotografías tomadas en  las tumbas de los NN, que han sido construidas como altares de pedir favores por los habitantes de Puerto Berrío que rescatan los muertos sin nombre y arrojados al río y los adoptan, en un rito de esperanza colectiva.
Estamos en todo caso de un tipo de arte político donde el trabajo del artista no consiste en la ejecución de una obra visual –que de existir es secundaria- tanto como en la voluntad de incidir en la mirada colectiva. A través del testimonio inapelable de los participantes en la violencia convocados a pintar la guerra vivida, hay un registro de la vida cotidiana que narra una verdad que excede lo contable y que enfrenta al espectador a un “espejo de la historia” que arranca el velo de la indiferencia que cubre el horror de la guerra y lo convierte en lo que es: un escándalo que el ojo preferiría no haber visto, pero cuya visión punzante no podrá negar ya más.

La guerra que no hemos visto.Frost Art Museum. Hasta el 1 de julio. The Patricia & Phillip Frost Art Museum. FIU, University Park. 10975 SW 17th Street
Tel. 305.348.289