Edgard Morin |
Por, Dr.
Carlos Delgado
El
pensamiento complejo y la obra teórica y práctica de Edgar Morin se encuentran
unidos desde la década del setenta del siglo XX, cuando se hicieron públicos
sus primeros escritos sobre la problemática del método y el conocimiento. Sus
antecedentes, se encuentran en la obra precedente, pletórica de inquietudes
intelectuales, y una vocación personal por enfrentar las simplificaciones, las
visiones estrechas de un mundo en blancos y negros absolutos, sin matices ni
gradaciones. No es posible comprender el sentido de lo complejo y el
pensamiento complejo en la interpretación de Morin sin considerar ese doble
origen: las inquietudes intelectuales y el rechazo personal a las
simplificaciones, al lado del estudio sistemático del estado del conocimiento
científico, y la interpretación de sus avances desde una perspectiva filosófica
alejada de los ismos y los sesgos de las escuelas y capillas intelectuales y
políticas.
Lejos
de ser neutral, la obra de Morin nos muestra el compromiso personal de un ser
humano que se pregunta por el conocimiento y por el mundo, desde sus
inquietudes personales más íntimas, y desde el estudio profundo del estado del
conocimiento científico en sus líneas de ruptura.
Morin
introdujo el concepto pensamiento complejo para designar su interpretación
sobre el estado de la ciencia y los conocimientos humanos. Así, el concepto
aparece en su obra como un constructo filosófico humanístico, que no tiene la
pretensión —nunca la tuvo—, de ser una técnica, modelo o instrumento para
modelar o interpretar sistemas: su propósito incluye siempre la comprensión del
mundo y de nosotros mismos. Por eso, la obra El Método se encuentra en gérmenes cuando se preguntó por el ser
humano en El paradigma perdido. Sin
que aparezca en ella el término, esta obra expresa un pensamiento complejo, que
reconoce la complejidad en el mundo y en el sujeto. Un amplio conjunto de
términos (“complejo”, “proceso complejo”, “carácter complejo”, “sistema
complejo”, “sistema hipercomplejo”) le permiten identificar la realidad de lo
complejo y plantearlo como desafío a enfrentar en la investigación.
Originalidad y rupturas
Dr.Carlos Delgado |
La
propuesta de Morin para aprehender lo complejo se caracteriza por su
originalidad. No solo el vínculo con su actitud personal contraria a las
simplificaciones y contraposiciones absolutas, sino también y sobre todo, su
replanteo sistemático del problema de los conocimientos. Morin tiene el mérito
de haber reconocido lo complejo no solo como rasgo de la realidad identificable
a través de la irreductibilidad del mundo a nuestros esquemas de pensamiento,
sino también como un desafío intelectual fundamental para los seres humanos.
La
pregunta por lo complejo recibe en Morin una respuesta precisa: complejo es lo
que está tejido junto. Aunque nos parezca que el mundo está constituido por
unidades separadas, lo complejo nos muestra que lo que en un nivel parece
unidad monolítica es en realidad un tejido de relaciones. En lugar de difícil,
complicado o enredado, lo complejo se presenta como trama de relaciones. Lo difícil,
lo complicado y lo enredado nos asusta. Lo complejo nos invita a la
comprensión, nos desafía para que lo investiguemos.
Son
estas las bases de comprensión de una de las propuestas intelectuales más
interesantes y profundas desarrolladas en el pasado siglo XX, con vitalidad
extraordinaria para este siglo XXI. ¿Comprender el mundo, la vida, el
conocimiento, los seres humanos, … como entidades separadas, o como componentes
de tejidos interrelacionados? La pregunta expresa la idea central del pensamiento
complejo de Edgar Morin: un pensamiento orientado a comprender lo que está
tejido junto.
Una
concepción y una persona con inquietudes intelectuales tan diversas como las
que caracterizan a Morin, no podía dejar de producir importantes rupturas,
tanto con el pensamiento político predominante, como con las diversas escuelas
del pensamiento científico y filosófico. Su actitud crítica y abierta,
personalísima y simultáneamente justificada teóricamente en la diversidad
cultural de los seres humanos y el universo de los conocimientos humanos y no
humanos, le condujeron a la formulación de la premisa primaria de su método de
pensamiento complejo: la adopción del “espíritu del valle”, que consiste en la
negación de los compromisos metodológicos estrechos y la apertura hacia la
diversidad de fuentes y formas de los conocimientos. A ello le sigue la
propuesta positiva de un conjunto de principios de intelección, elaborados
sobre la base de los aportes de la teoría de sistemas, la teoría de la
información, la idea de la autoorganización, y las ideas propias de Morin, que
intentan orientar el pensamiento hacia el reconocimiento de las interrelaciones
que constituyen lo complejo.
Hay
más de una formulación de los principios del pensamiento complejo en la obra de
Morin. La más amplia atraviesa los seis tomos de El Método
donde se estudia la organización, la autonomía, el sujeto, los conocimientos,
la complejidad en la naturaleza, en el conocimiento, y la sociedad. Una versión
más sintética y esquematizada, se presenta en Introducción al pensamiento complejo, donde se presentan siete
principios “que pueden ayudaros a pensar la complejidad” (Morin, 2005: 105). Y
otra, también sintética aunque más amplia, se formula en La cabeza bien puesta,
donde se describen siete principios (pp. 98-102).
En
lugar de un intento de reducir la complejidad a un conjunto de principios, lo
que Morin propone es la sustitución del pensamiento simplificador, basado en
las operaciones de disyunción y reducción, por un pensamiento basado en los
principios de distinción, conjunción e implicación. Los principios son por eso
estrategias orientadoras de carácter general, no indicaciones metódicas para
que veamos el mundo a través de un sistema cerrado que esquematice y reduzca la
complejidad a un esquema. Si alguna razón tienen los críticos de Edgar Morin,
esta consiste en que muchas veces los discípulos no han captado que la
propuesta morinista, está lejos de ser un sistema de pensamiento cerrado que
obliga a pensar con una esquemática rígida. (Solana, 2011) La provisionalidad
de los principios implica que siempre debemos revisarlos, y estar prestos a la precisión
y al cambio, para ajustarlos a las realidades en proceso de investigación.
Educación y pensamiento complejo
Una
de las áreas de investigación donde Morin
ha desarrollado su método es la educación. El pensamiento complejo atraviesa
sus teóricos para comprender los procesos educativos y las grandes ausencias de
la educación contemporánea (Morin, 1999); su comprensión de la crisis de la
humanidad y la necesidad de una doble reforma, de la enseñanza y el pensamiento
que haga posible la metamorfosis de la humanidad (Morin, 2011); sus
coincidencias fundamentales con Paulo Freire (Núñez, 2007).
El
pensamiento complejo devino hace ya algún tiempo estrategia de trabajo para la
enseñanza universitaria y de postgrado, como la Multiversidad
Mundo Real Edgar Morin; ha inspirado la
formación de grupos de investigación y cátedras, como la “Cátedra itinerante
UNESCO –Edgar Morin”; sirve de sustento teórico a emprendimientos educativos en
diversos países.
Referencias
Morin,
Edgar (2001-2006). El Método. (6
tomos) Madrid: Cátedra.
Morin,
Edgar (2002). La cabeza bien puesta.
Buenos Aires: Nueva Visión.
Morin,
Edgar (2005b). Introducción al
pensamiento complejo. Barcelona: Gedisa.
Morin,
Edgar (2011). La vía. Para el futuro de
la humanidad. Barcelona: Paidós.
Núñez
Hurtado, Carlos (Coord.) (2007). Diálogos
Freire-Morin. México: Centro de Cooperación Regional para la Educación de
Adultos en América Latina y el Caribe.
Solana
Ruiz, José L. (2011). El pensamiento complejo de Edgar Morin. Críticas,
incomprensiones y revisiones necesarias. Gazeta
de Antropología 27/1. Disponible en http://hdl.handle.net/10481/15241
Autor:
Dr.
Carlos Delgado, Doctor en Ciencias Filosóficas, Coordinador del Consejo Académico Internacional de Multiversidad
Mundo Real Edgar Morin
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