Una larga disputa entre pediatras y defensores de la lactancia llegaría a su fin luego de que el Servicio de Impuestos Internos de EEUU (IRS) anunciara que otorgaría a madres lactantes una rebaja de impuestos en los sacaleches y otros suministros de lactancia materna, notifica un artículo del New York Times de la semana pasada.
El I.R.S. consideraba a este tipo de nutrición como una necesidad alimenticia más que una condición médica, y los analistas de la agencia opinaban que la leche materna no era más que un alimento sano, lo que significa que tanto sacaleches, botellas y almohadillas no eran más merecedores de una baja en impuestos que un vaporizador de vegetales.
Douglas H. Shulman, comisionado del IRS, aunque no hizo mención sobre los efectos positivos de la lactancia para la salud de las madres, sí adujo que las bombas y otros equipos deben ser considerados un gasto médico porque "existen con el propósito de afectar a una estructura o función del cuerpo de la mujer que amamanta." Pero si bien los oficiales de la agencia se negaron a una mayor elaboración de argumentos, hoy diferentes estudios desmuestan que el amamantamiento también es beneficioso para las madres, ayudando a prevenir enfermedades como diabetes de tipo 2, cáncer de ovarios y mamas, y depresión postparto.
Cualquiera sea la razón por la que haya cambiado la política, los defensores de la lactancia dicen que ahora será más fácil para millones de mujeres el atender el consejo médico vigente ya que los costos de los accesorios necesarios para bombear y almacenar la leche están entre los $500 a $1.000 de acuerdo con los Estados Unidos Comité de Lactancia Materna, concluye el artículo.
"Dar de mamar"
o "alimentar con leche humana"
En su artículo publicado en Letra Urbana, Melina Meguerian analiza el auge del sacaleches, la leche materna y el acto de dar de mamar.
Así, Meguerian destaca la nota del NYT "Comida de bebé. Si el pecho es lo mejor, ¿por qué están las mujeres embotellando su leche?", de Jill Lepore, profesora de historia norteamericana en la Universidad de Harvard, quien hace un recorrido acerca del acto de amamantar a lo largo de la historia, y observa que mientras que antes de los ´90 se utilizaban los sacaleches sólo en casos especiales, hoy en día abundan en diferentes modelos, estilos y precios, no sólo son utilizados por las mujeres en el trabajo, sino también por las madres que se quedan en casa.
Lepor señala que el dar de mamar implica un contacto cuerpo a cuerpo con el bebé, mientras que sacarse leche es lidiar con tubos de plástico, destacándose que es esa realidad a la que raramente se alude. Se trata de un error de nomenclatura, donde se confunde "dar de mamar" con "alimentar con leche humana", y no se logra determinar si es la madre o su leche lo que más importa al bebé."¿Es la leche humana un elixir, un derecho o un producto?", se pregunta.
Continuando con su análisis, Meguerian cita el artículo "Prohíban el sacaleches" del NYT, en el que la escritora Judith Warner critica el privilegio que parece darse a la leche y no así al contacto entre mamá y bebé, a la presencia física. Propone desviar el tema de la leche como elixir mágico y pasar a pensar en el bienestar global de la familia, empezando por la salud emocional de la mujer y en su derecho a mantener cierta "dignidad física".
Warner concluye afirmando que el amamantar no pertenece al campo de los hechos ni de los números, sino a un campo mucho más elemental e íntimo, que reúne "la maravilla de la maternidad y toda la ambivalencia que conlleva".
Para Meguerian es evidente que la promoción del sacaleches se presenta como la salida más fácil en el caso de las madres trabajadoras, a la vez que desvía la atención de temas más inconvenientes y controversiales, como la posibilidad de extender los beneficios por maternidad. "¿Pero por qué no presentan queja entonces las organizaciones nacionales que abogan por los derechos de la mujer? Pareciera que sus esfuerzos están orientados hacia defender el derecho al trabajo y abogar porque las empresas provean cuartos de lactancia (para que las mujeres se saquen la leche, no para dar de mamar) y privacidad para que las mujeres puedan almacenar su leche."
El sacaleches aparece entonces como "una solución de compromiso para quien quiere cumplir con todos los mandatos: seguir amamantando al bebé como manda la Academia, mantener el trabajo y la entrada de dinero, seguir progresando profesionalmente…y que nada quede perdido en el medio."
Concluyendo, Meguerian enfatiza que se disocia un acto, el "dar de mamar", que sólo tiene sentido cuando las dos partes involucradas están presentes: la mamá y el bebé. "Cuando se reemplaza una de las partes con un objeto, el acto de dar de mamar ya no existe, y lo que queda es un sinsentido, que muchas veces deja una sensación de soledad, de vacío, de pérdida de la dignidad física. Es desencarnar un acto que sólo tiene sentido encarnado."
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